بِسْمِ اللّٰهِ الرَّحْمٰنِ الرَّح۪يمِ
وَلَقَدْ كَرَّمْنَا بَن۪ٓي اٰدَمَ وَحَمَلْنَاهُمْ فِي الْبَرِّ وَالْبَحْرِ وَرَزَقْنَاهُمْ
مِنَ الطَّيِّبَاتِ وَفَضَّلْنَاهُمْ عَلٰى كَث۪يرٍ مِمَّنْ خَلَقْنَا تَفْض۪يلاً۟
¡Bendito sea su viernes, estimados hermanos!
En nuestra jutba de hoy me gustaría compartir con ustedes un tema que atañe a los derechos de millones de hermanos y que muchas veces ignoramos: comportarnos con respeto y cortesía hacia aquellos que nos facilitan la vida con sus servicios y sus actos.
¡Hermanos míos!
En Medina había una compañera del profeta, Ummu Mihyan que sentía un gran afecto por el Enviado de Alá. Esta compañera residía en uno de los barrios periféricos de Medina y cada día acudía por agradarle a Alá y se encargaba de la limpieza de la Mezquita del Profeta. Nuestro profeta, la paz y las bendiciones sean sobre él, sentía admiración por su sacrificio y sentía una gran afecto hacia ella. Unos días que no supo de ella el profeta preguntó dónde estaba y uno de los compañeros le dijo que había fallecido y la habían enterrado. El profeta se sintió muy triste y manifestó esa tristeza diciendo “Ojalá me hubierais avisado”, e hizo lo que nunca antes había hecho. Visitó la tumba de Ummu MIhyan, ahí mismo hizo un funeral y suplicó por ella.1
¡Hermanos míos!
En esta vida cada uno de nosotros tiene una ocupación. Algunos son jefes, otros trabajan para ellos, algunos son obreros y otros dan trabajo. De hecho, cada uno de nosotros ejercemos un influjo en la vida de los otros con nuestro trabajo y nuestros sacrificios. Hay hermanos nuestros que limpian nuestras calles, escuelas y mezquitas. Hay otros hermanos que producen nuestro sustento, la comida y la ropa que nos ponemos. Hay hermanos nuestros que garantizan nuestra seguridad arriesgando sus vidas. Sin embargo, en el transcurrir de nuestra vida diaria muchas veces nos olvidamos de esos hermanos que nos sirvieron con su esfuerzo, los ignoramos y, a veces, ni los vemos. Y justamente lo que debemos hacer es reconocer y elogiar el honor y el esfuerzo de cada uno de nuestros hermanos que aportaron algo a nuestras vidas y nos la facilitaron, valorarlos.
Lo que debemos hacer es no menospreciar ni ofender a nadie por el tipo de servicio que le ha aportado a la sociedad y a la humanidad. Sea cual sea nuestra profesión o nuestro lugar en la vida social el honor y la dignidad humana de cada persona es la misma. Según la expresión que aparece en el Corán cada persona debe ser respetada,2 pues todos hemos sido creados de la misma tierra. Al mismo tiempo, somos hermanos de fe. Nuestro profeta dijo así: “Aquellos que os sirven son vuestros hermanos. Alá quiso que los protegierais. Quien tenga a un hermano trabajando junto a él, que le dé de comer de lo que él coma, que le dé de vestir de lo que él vista. No carguéis a los que os sirven a vosotros con trabajos que no puedan realizar. Si les dais a hacer duros trabajos, vosotros mismos ayudadlos.” 3
¡Hermanos míos!
¡Acudan aquí! Hoy, en esta bendita hora, recordemos como el Enviado de Alá realizaba él mismo sus trabajos. Acudan y recordemos de nuevo que él reparaba su calzado, zurcía su ropa, ordeñaba la leche. ¡Vengan! Oigamos de Enes, que sirvió al profeta durante 10 años, sobre la compasión y el afecto que sentía hacia los que le servían a él: “El Enviado de Alá no me regañó ni una vez, nunca me hizo sentir mal. Nunca me dijo cosas como ‘¿Por qué no lo hiciste así?’ o ‘Si lo hubierais hecho así…”. Siempre usaba expresiones llenas de afecto conmigo como ‘hijo mío’. 4
¡Hermanos míos!
¡Vengan aquí! Oigamos de nuevo las palabras del profeta: “Paguen al trabajador antes de que se le seque el sudor de la frente.” Mostremos respeto a nuestros hermanos que nos facilitan la vida, aquellos con los que con su trabajo nuestra vida mejora. ¡Vengan aquí! Alejémonos de conductas y actitudes que puedan dañar sus corazones. Y seamos conscientes de que nuestra vida se embellece con sus acciones y servicios.
¡Hermanos míos!
¡Acudan aquí! Terminemos nuestra jutba con la siguiente súplica en la que todos juntos diremos de corazón ‘amén’: ¡Oh Sustentador nuestro! ¡Nunca nos prives del respeto y la compasión a los hombres que creaste con su dignidad! ¡Aléjanos de conductas que dañen la dignidad y el honor de nuestros hermanos y que hagan que su trabajo acabe perdiéndose. ¡Oh Alá, facilítales el trabajo a nuestros hermanos que con su esfuerzo y sus servicios nos facilitan a nosotros la vida!
1 Al-Bujari, Salat, 72.
2. Al-Isra 17/70.
3 Al-Bujari, Iman, 22.
4 Al-Bujari, Adab, 39; Muslim, Adab, 31.